Ruddy L. González |
El prestigioso e influyente periodista y escritor Moisés Naím presentaba a principios de diciembre en su programa Efecto Naím, que transmite cada semana desde Washington, DC, un reportaje que me impresionó y provocó compartir hoy este comentario con ustedes. Narraba cómo familias -hermanos contra hermanos, padres contra hijos, hijos contra padres, primos contra primos, sobrinos, tíos, abuelos contra sus más cercanos-- se desgarran y dividen por diferencias de tipo político, económico y hasta de status social.
Pedro Collor de Mello denunció y acusó de corrupción a su hermano Fernando, provocando que en 1992 este perdiera la presidencia de Brasil; Keiko Fujimori acusó a su hermano, Kenyi, de sobornar legisladores para una votación favorable al presidente Kuczynski, quien finalmente hubo de renunciar al poder en Perú. Keiko está en prisión, Kenyi perseguido y el expresidente Alberto Fujimori vuelto a prisión moribundo; Marine Le Pen acusó de traidor a su padre, Jean-Marie Le Pen, y lo expulsó del partido, en una acción que los analistas dicen acrecentó la derrota electoral de la político ultraderechista en las pasadas elecciones de Francia; Paul Gosar fue duramente acusado de acciones ilegales por sus seis hermanos, quienes hasta hicieron un spot de televisión para tratar de impedir que llegara al Congreso de Estados Unidos por el estado de Arizona en las pasadas elecciones, en una acción duramente criticada por la prensa y los sectores de poder, aún contrarios políticamente del congresista.
Todas estas familias, cuenta Naín en su reportaje, quedaron degarradas por sus pleitos hechos públicos.
En República Dominicana hemos tenido también episodios similares y muy penosos para una sociedad tan pequeña, como fueron los casos de la familia Pellerano, a principios de los ’90 y tras la muerte de Don Tuturo, en que se enfrentaron, padres contra hijos, hermanos, primos y tíos entre sí; o como ocurrió con los hermanos y abogados Cury tras el fallecimiento del patriarca Don Jottin; lo mismo que ocurre ahora con los juristas Pellerano Paradas, tras la muerte del cacique Juan Manuel Pellerano Gómez.
A principios de diciembre, los medios daban cuentas de un serio incidente en las oficinas de la prestigiosa firma Pelleramo cuando uno de los socios y copropietario del buffete, el abogado Ricardo Pellerano, habría impedido la entrada al local a su hermano, el también abogado Luis Rafael Pellerano, usando personal de seguridad, quedando, durante el incidente, parte del personal y el de otras empresas que laboran en el mismo edificio, en calidad de ‘secuestrados’ y ‘aterrados’ por la presencia de hombres armados en el lugar.
La lastimosa situación ha provocado un desgarramiento en la prestigiosa familia de abogados, situación agravada por denuncias de publicaciones en las redes sociales y alegados contactos con empresarios e importantes clientes de la firma, tendentes a desprestigiar moral y profesionalmente al abogado Luis Rafael, quien tiene un prestigio ganado en sus más de 35 años en la hasta ahora afamada oficina de servicios jurídicos.
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