Santiago - Una “diferencia de criterios profesionales” fue la causa que produjo anteayer la separación entre el dirigente Lino Rivera y el equipo de béisbol Águilas Cibaeñas.
Sin entrar en detalles, Rivera, quien condujo a los aguiluchos a su corona 21 el pasado mes de enero, expuso que “todo hombre de béisbol sabe que estas cosas pasan y debe estar preparado para ello” y quien no esté consciente de eso, no debe estar en las lides deportivas.
El pasado lunes el capataz boricua fue cesanteado por las Águilas momentos en que el conjunto atravesaba por una seguidilla de cuatro derrotas y a la sazón poseyendo registro de 14-15 y marchando en el tercer puesto clasificatorio en la tabla de posiciones de la Liga Dominicana de Béisbol, empatado junto a Gigantes del Cibao y Tigres del Licey.
“La decisión sobre mí no tuvo que ver con los resultados recientes, más bien fue producto de situaciones relacionadas con diferencias de criterio sobre el juego entre Manny Acta y yo”, detalló Lino, quien estaba por segunda temporada al frente de los cibaeños.
Rivera afirma que su estancia con la tropa amarilla es lo mejor que le ha pasado en mucho tiempo.
“Me identifiqué mucho con la gente, con los medios y con todos, por eso me duele mucho no poder continuarÖ de todas las situaciones que he pasado en este deporte, nunca había sentido algo así, pero lo acepto porque soy un hombre de Dios”, confiesa. Señaló que se quedará en el país hasta la próxima semana para compartir y disfrutar con sus dos hijos más pequeños que vinieron a visitarlo desde Puerto Rico.
Nuevas ofertas
También informó que ya ha recibido ofertas para ir a dirigir a México. En ese sentido, añade que esa decisión la sopesará muy bien, puesto que la misma requiere estar lejos de sus hijos y no es lo que desea en estos momentos.“Caminar por ahí y saber que no estoy al frente del equipo, eso está duroÖ yo le deseo lo mejor a las Águilas y a Manny”, sentenció.
Expresa que en lo adelante tendrá que aplicar una vez más su lema: “Superar la adversidad y no rehuir”.
Sus adversidades
En el 2017 a Rivera lo embargó la pena del fallecimiento de su hermana Awilda, su padre sufrió un derrame cerebral y el huracán María azotó a su amada isla borinqueña, todo ocurrió en medio de un proceso de separación de su esposa, formando un conjunto de dificultades, pero según cuenta, el béisbol con las Águilas se constituyó en su mejor aliado y aliciente.
“Cuando yo llegaba al parque de pelota toda mi mente se despejaba, sin embargo, tras finalizar el juego, cuando llegaba al apartamento volvía todo a la realidad y lloraba mucho porque me sentía impotente... me ponía muy nervioso deseando que amaneciera para volver al estadio y que pasaran rápido las horas de la mañana para regresar al terreno en la tarde”, confiesa.
SU PASIÓN POR BÉISBOL
A diferencia de la gran mayoría de gente que ha sido cautiva en el béisbol admirando las actuaciones de sus ídolos favoritos, a Lino le nació su interés por este deporte tras percibir un olor muy particular: el de una gorra.
“Mi papá (Lino Rivera) tenía un equipo de softbol y me llamó la atención el olor de las gorras nuevas que llegaban en las cajas las cuales posteriormente eran entregadas a los jugadores”, recuerda el capataz amarillo, quien agrega que siempre quiso tener una de esas pero su papá nunca se la dio. Varios tíos de Lino tenían bates y guantes, pero su mamá, Norma Esther Ortiz, no lo dejaba jugar por ser el más chiquito. Narra que luego de un tiempo un amiguito le invitó a jugar y este le respondió: ¡vámonos!
“Me le escapé a mi mamá para ir a un parque bien lejos y ahí yo supe que el béisbol era mi deporte. También a mis hermanos les gustaba el deporte y doy gracias a Dios porque a través de ellos también me llegó esa pasión”, revela.
Rivera expresa con orgullo que pese a ser hijo de padres divorciados siempre contó el apoyo de ambos. Él se quedó viviendo con su madre, pues sus hermanas se casaron siendo muy jóvenes.
“En ese tiempo le prometí a mi mamá que por mi parte ella nunca iba a sufrir, que en mi persona iba a tener un buen hijo... y hasta hoy no la he defraudado”, enfatiza. Una figura muy importante en la vida de Lino fue Cristóbal Macho Verdejo, su entrenador desde pequeño y quien lo llevaba a los estadios de béisbol.
“Él siempre me llevó por buen camino y me mantuvo alejado de cosas malas, fue mi motivador. También me ayudó bastante Cuca Jiménez, parte de mi gente en Santiago Iglesias, barrio donde viví mi adolescencia... fueron importantes porque en Puerto Rico en el ambiente que yo vivía era muy peligroso y con mucha criminalidad... yo vengo de sitios que no eran fáciles y pude sobrevivir a todo eso”, detalla.
Paso al profesionalismo
Lino jugó en Guaynabo por muchos años, en ese entonces era jugador de posición. “Me querían firmar pero no corría mucho, por eso siempre lanzaba. A los 16 años los scouts me dijeron que querían verme lanzar y así lo hice tirando una blanqueada. Fue así como conseguí una beca en Miami Dade, me ofrecieron otras becas pero no las acepté porque no hablaba inglés”, explica.
Destaca que estando en las ligas menores en un momento dado lo querían convertir en jugador del cuadro, pero ese intento no cuajó.
“No fui prospecto como lanzador, tuve que trabajar mucho para poder mantenerme y de esa manera recibí oferta de Rockies de Colorado y Diamondbacks de Arizona, pero no acepté, porque ya estaba haciendo mi carrera en Taiwán donde ganaba buen dinero. En Estados Unidos tuve buenos números pero me lesioné en el momento que quizá era mi oportunidad de lanzar en las Grandes Ligas, pues fui invitado a entrenamientos de pretemporada con los Tigres de Detroit”, describió.
0 comentarios:
Publicar un comentario