Un manto de pesimismo envuelve a la sociedad


Por: Lilian Tejeda

Santo Domingo
- “Anoche murió un muchacho por mi casa de un accidente de motor”; “de camino para acá me encontré con un accidente de tránsito”; “oigan, dizque acaban de matar a uno en Santo Domingo Oeste”, esto era lo que se comentaba en un salón de belleza el pasado lunes por la mañana, inicio de la semana laboral.

Esos hechos trágicos recurrentes, el salir a la calle pensando que algo malo les podría pasar, el desgano por no encontrar el trabajo deseado, salir cada día a “coger lucha” en el transporte público, las dificultades para acceder a ciertos servicios básicos, entre muchos otros factores son los que llevan a la gente a vivir con una desesperanza que comúnmente se refleja en expresiones como “esto está jodido”; “esto no tiene arreglo”; “hay que irse de este país”.

“Una parte de mí quiere ser optimista, sin embargo el diario vivir me hace despertar de ese sueño. Cada día las cosas van peor, menos seguridad, menos calidad de vidaÖ Tengo miedo de salir a las calles”, afirma Águeda Solano, una joven de 22 años que tiene pocas expectativas de que las cosas mejoren.

Años atrás, explica la joven, la gente tenía la esperanza de que la situación mejorara, pero con el paso del tiempo su percepción es que sólo ha empeorado y su desánimo cada día aumenta.

“Eso nos indica que más adelante quizás las cosas serán peores. Mientras más generaciones vienen más se pierden los valores, más crece la delincuencia, menos seguridad hay. No hay buenas expectativas”, opina Solano.

Igual percepción tiene Jean Carlos Santana, quien dice sentir preocupación por la inseguridad que prevalece en la sociedad dominicana y por la falta de buenas oportunidades para jóvenes preparados académicamente como él.

“A mí como joven me afecta bastante (la situación actual). Entiendo que pertenezco al grupo que desea progresar pero aquí no se me permite. Estamos teniendo gobiernos que no han sabido aprovechar las grandes riquezas que tenemos. Lo que más duele es que siento que esto puede empeorar antes de que mejore”, considera Santana.

Ese es el sentir de otros jóvenes consultados. En sus opiniones la inseguridad aflora como el problema de mayor preocupación y la falta de optimismo es común entre todos.

“La verdad es que no creo que las cosas mejoren mucho. Hay una educación, no del colegio, sino de la casa que está faltando. Sería mejor vivir en un lugar donde no haya tanta inseguridad. Aquí hasta un sonido de motor pone a la gente nerviosa. Tal vez las cosas cambien para mejor, pero no creo que sea por ahora. Supongo que tocaremos fondo primero”, expresa Alejandro.

Para algunos lo lamentable es que esta generación padece los mismos problemas que dos generaciones atrás: no hay luz, no hay agua, y las escuelas y los hospitales no dan un buen servicio, por lo que hay que acudir a centros de salud privados. Por tanto, “nos preocupa nuestro futuro y el de nuestros hijos”, expresan.

¿Qué hacer ante este panorama?

Para el sociólogo y catedrático Celedonio Jiménez, esa actitud pesimista de los ciudadanos se explica porque a medida que los problemas de la sociedad se incrementan, no se vislumbran propuestas efectivas para solucionarlos.

“Yo pienso que hay razones (para ser pesimistas), pero creo que no hemos llegado a un punto sin retorno, hay que continuar luchando”, considera el experto en sociología, que es la ciencia que estudia el comportamiento social de las personas, de los grupos y de la organización de las sociedades.

Jiménez opina que en el país no se han dado pasos trascendentales para atacar la raíz de problemas como los homicidios y la criminalidad, en los que influyen factores socioeconómicos, éticos, educativos, y muchos otros.

El experto entiende que aunque la gente tiene suspicacia y poca fe en que las cosas van a mejorar, nunca se puede perder la esperanza.

“Creo que sí hay solución, hay que continuar demandando que se dé un acuerdo para enfrentar la situación. Si eso no se hace, sí creo que vamos a llegar a un punto donde por más esfuerzos que se haga ya no habrá retorno. En cierto modo estamos llegando a ese punto”, advierte el sociólogo.

¿Qué hacer mientras tanto?

Mientras los responsables de aportar soluciones se deciden a buscar alternativas colectivas para enfrentar los problemas, cada quien individualmente debe fomentar el optimismo en los entornos en los que se desenvuelve (hogar, escuela, trabajo, en la calle...), recomienda Jiménez.

Transmitir mensajes positivos y persistir, sobre todo con los niños, para que se mantengan en el camino correcto es lo que podemos hacer mientras tanto.

ESTUDIOS REFLEJAN EL DESALIENTO

Las opiniones de las personas consultadas para este artículo, sin tratarse de un estudio riguroso, reflejan el sentir de la mayoría de la población, que en diversos estudios ha manifestado su opinión sobre la inseguridad, la corrupción, la desigualdad social y otras situaciones que afectan el país.

Una muestra de ello es que en la actualidad República Dominicana se encuentra entre los países menos felices del mundo, ocupando el puesto 83 en el “Informe de felicidad mundial 2018” que evalúa, entre otros aspectos, los ingresos, la esperanza de vida saludable, el apoyo social, la libertad, la confianza y la generosidad.

Delincuencia: De lo que más se habla

La delincuencia es un tema recurrente en las conversaciones de los ciudadanos. Así lo demostró la Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples (Enhogar-2015), que determinó que 72 de cada 100 personas (72.2%) hablaban sobre esto.

En ese entonces las personas encuestadas identificaron la delincuencia como el principal problema del país, seguido del desempleo, la corrupción y el costo de la vida. A estos problemas se sumaban la falta de energía eléctrica y de agua.

Impacto en la economía

Esta situación se refleja también en el ámbito económico. Una muestra es la caída de 12 puntos que registró el país del 2016 al 2017 en el Índice de Competitividad Global que elabora anualmente el Foro Económico Mundial. En este caso aspectos como la corrupción, la burocracia gubernamental ineficiente, las tasas de impuestos, el delito y el robo, entre otros, se encuentran entre los factores más problemáticos para hacer negocios aquí.

Una preocupación común en la gente es la falta de dinero para cubrir sus necesidades básicas. Que los sueldos no aumentan conforme a la inflación de los productos de primera necesidad es una queja recurrente. Muchos afirman que aunque la economía crece cada vez “nos hacemos más pobres”.

Esto lo sustenta un estudio realizado por el Banco Mundial (BM) en el 2014 en el cual se establece que “considerando el alto nivel de crecimiento, la pobreza en la República Dominicana no ha disminuido al ritmo que se espera”. Además, reseña el informe, en la sociedad dominicana persisten “grandes inequidades”.

En un país en el que la prosperidad es compartida, donde todos los ciudadanos tienen acceso equitativo a bienes y servicios fundamentales, y cada quien puede progresar, independientemente de su origen o circunstancias... ¿serán sus habitantes pesimistas?...
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