Florentino Paredes Reyes |
Si en los primeros años de nuestra vida republicana, las posiciones políticas se lograban a tiro limpio, en los actuales momentos del siglo XXI se logran en base al chantaje y a la demagogia. Esto lo digo por las posiciones que han asumido los líderes partidarios, en torno a algo que aparenta ser un tema sencillo y conciso, pero que no lo es. Me refiero a la Ley de Partidos.
Las actuales discusiones en la Cámara Baja, en torno a la referida ley, se ha basado en algo, que ante los ojos de los tontos e ingenuos resulta difícil e importante, porque los mismos interesados han hecho creer al pueblo que es así, que el tranque está en si las elecciones internas de los partidos son abiertas o cerradas.
En ningún momentos le han informado al pueblo, que la famosa ley tiene más de ochenta artículos y que de aprobarse de manera íntegra, significa una transformación en la tradicional forma de hacer política y un cambio de las actuales figuras que ocupan los puestos públicos y que no le permiten a las presentes generaciones hacer el relevo que adecente la actividad partidaria nacional.
De manera táctica, han centrado el debate en la cuestión mas simple, como la elección interna de los partidos, para hacer creer que ése es el punto que obstruye su aprobación, pero no es así. Pero lo que es peor, alegan que está en juego la institucionalidad de los partidos y hasta el sistema democrático, cuando es todo lo contrario. Es penoso, que los altos lideres de los partidos le hagan el juego a esa chercha mediática, para ocultar sus malsanas intenciones. Unos como Leonel Fernández planteando que sean cerradas y otros como Hipólito o Danilo planteando que sean abiertas.
El truco para mantener en el limbo la ley es bueno y hasta ahora les ha dado resultados, porque nadie parece interesarse en los demás artículos que no se mencionan y que tocan temas tan sensibles e importantes para la vida política nacional. La filiación en un partido sin estar en otro, la democracia interna de los partidos, el financiamiento ilícito, el subsidio estatal, el limite de las campañas, la desproporción en el financiamientos por parte de la Junta, el transfuguismo, las cuotas de participación a las mujeres y los jóvenes, la pérdida de la condición jurídica de un partido, la renovación y verificación de su militancia… son solo algunos de los temas que trata la nueva ley que ante los ojos de la ciudadanía no discuten los protagonistas para ocultar sus reales intenciones.
Hablen claro, digan que según la nueva ley la cuota de participación de las mujeres en la actividad política nacional aumentaría de un 32% en la actualidad a un 50% con la nueva legislación. También que en la nueva reglamentación, los jóvenes tendría un 20% de participación, limitando el poder de influencia de los viejos y mañosos que dominan el accionar político del país, prohibiéndoles patrocinar a sus hijos o esposas como sucede en la actualidad.
Con la nueva legislación, los jóvenes que llegan cargados de sueños a los partidos, no tendrían que hacerse rancios para ocupar un puesto de alto nivel en dichas instituciones o en las dependencias públicas, porque los viejos robles, ricos y habilidosos le impiden el paso. Solo hay que ver quiénes son los presidentes de las juventud de los partidos, para darnos cuenta que son veteranos que duplican en edad a quienes dicen representar. Muestra de que la democracia, no existe a lo interno de los partidos.
Cuando un dirigente de un partido quiere que la ley establezca primarias cerradas, lo que quiere que ese partido no le dé cuota a los jóvenes ni amplíe la cuota de la mujer y les permita seguir a los partidos haciendo lo que venga en gana, quitando y poniendo electores fantasmas para mantener su condición jurídica como partido, bloqueando a unos y colocando almohadas a otros, es decir, como chivo sin ley.
Cuando por el contrario, plantean primarias abiertas, lo que quieren es buscar miembros que no tienen el día de sus primarias, traer a uno que en el momento convenga y quitar a otro que perjudica, es decir, estar de su cuenta. Primarias abiertas o cerradas, es el tema que genera discusión, que distrae y oculta la verdad del asunto, que es el no aprobar la ley o caer en el limbo.
Cuando un líder, haciéndose el democrático, plantea dejar en la libre discusión del senado las primarias abiertas o cerradas, toma al pueblo de ingenuo, porque ya sabe que los miembros del Senado discutirán el tema y crearan sosiego en la población para no aprobar lo que no conviene aprobar ni a unos ni a otros. Plantear que sean cerradas genera el mismo efecto y por consiguientes, solo se fija una posición pero no se resuelve nada. Da lo mismo si se plantean opcionales.
Discutir partes para no tocar el todo, es un truco viejo y bueno, que a los políticos del patio les está dando resultados favorables. Discutir cosas sin sentido, como quién fue primero si el huevo o la gallina, para así perder el tiempo y que la ley quede en un punto muerto, pase el tiempo y no suceda nada. Eso es lo que se quiere.
En un sistema democrático, donde se impone la voluntad de la mayoría, resulta extraño que para la aprobación de la referida pieza, ni hay voluntad ni mayoría, ya que sólo se habla de tranque en las discusiones, en donde ninguna de las partes han sido capaces de imponer su criterio, para devolver la pieza a su punto de origen y así corregir el tema de divergencia.
Que todo sigua igual, que en los partidos no se aplique la democracia, que los hijos de los líderes sean quienes le sustituyan, no rendir cuentas a las instituciones rectoras, vivir sin orden o sin ley, recibir dinero de quien sea para engrosar las cuentas de los partidos y los bolsillos de los candidatos, es lo que realmente interesa y por eso siempre habrá un punto muerto para no pasar la ordenanza. Que no se llamen a engaño, ante el reclamo colectivo de la aprobación de la Ley de Partidos, se hicieron los graciosos y la pasaron en la cámara del Senado para luego armar el circo y darle al pueblo un show gratuito, a sabiendas que esa ley no les conviene. Ellos no son tontos y no van a afilar navajas para ponerlas a sus cuellos.
Mientras la nueva ley contemple una verdadera transformación del activismo político de la República Dominicana, mientras introduzca cambios que establezcan un nuevo régimen de conducta moral a quienes aspiran a dirigir los destinos de sus conciudadanos, mientras intente destruir los sindicatos organizados en que se han convertido nuestros partidos políticos, cualquier puntos de la citada pieza será tema de amplios debates, porque lo que interesa es que las cosas sigan bajo un antiguo régimen. De lo contrario, La ley de partidos no va, anótenlo.
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