Santo Domingo - A través de las redes sociales nos enteramos que el actor británico de 80 años, Anthony Hopkins, no tiene comunicación con su hija desde hace 20 años.
El popular actor, con título de Sir concedido por la reina Isabel II, con un Oscar y otras tres nominaciones por sus celebradas interpretaciones en la gran pantalla y con un público entregado que también se apresta a seguir su trabajo cuando sube a los escenarios teatrales.
Pero esos ojos azules que son capaces de dejar helados o hacer llorar, según sea el caso, a sus admiradores, no parecen brillar con la mención del nombre de su única hija, Abigail (48 años), fruto de su matrimonio con su primera mujer Petronella Barker, de quien se separó en 1970.
El actor, que ha reconocido en más de una ocasión que es muy independiente y que no soporta la hipocresía, está a punto de encarnar al mítico rey Lear de Shakespeare y los paralelismos entre el personaje, que ya anciano quiere ceder el poder a sus hijas y luego se ve abandonado y amenazado, han dado lugar a preguntas sobre su vida privada y su relación con su única hija. Y las respuestas no dejan indiferente. Hopkins ha reconocido en una entrevista que hace más de 20 años que no habla con su única hija, Abigail Harrison, el apellido que ella ha elegido para su vida y que indica también su nula relación con su famoso padre. Algunas imágenes desmienten esta afirmación, ya que por ejemplo ambos aparecen juntos en un estreno en 2011, pero se supone que se trata de una forma de decir que su trato es solo el justo y necesario y, a veces, ni eso.
En la entrevista radiofónica que ha concedido recientemente, el actor afirmó: “Ella vive en algún lugar de Inglaterra”. Pero según ha declarado, la ruptura familiar con su única descendiente no le preocupa: “La gente rompe. Las familias rompen y, ya sabes, tienes que seguir con tu vida. La gente hace elecciones. No me importa que sea en una u otra dirección. Tenemos una relación fría. La vida es fría”.
Tan fría como para no saber si es o no abuelo. Tan fría como para decir: “Supongo que somos dos extraños”. Y por si había dudas las hemerotecas también recogen otras reflexiones suyas: “A los hijos no les gustan sus padres, no tienen que quererse entre ellos”.
No parece que para Abigail haya sido tan fácil mantenerse alejada de su padre. Vive modestamente en Londres y es cantautora, actriz y directora de teatro, y parece que sabe lo que es sufrir la distancia de ese padre que abandonó el domicilio familiar cuando tenía dos años y que la dejó llorando sin siquiera imaginar que no volvería a saber nada de él hasta cinco años después. Después llegó el alcoholismo superado del padre, y una época de abandono de estudios y relación con las drogas para la hija. Más tarde un intento de acercamiento entre ambos e incluso unos años, allá por los 90, en el que ambos coincidieron en el reparto de dos películas, Lo que queda del día y Tierras de penumbra. Pero aquel espejismo duró poco y el hielo de la mirada azul que ambos comparten volvió a imponerse entre ellos.
Abigail Harrison dijo una vez que estuvo muy cerca de matarse y culpó a la relación con su padre. Después también dijo que tenía que hacer su propia carrera pero que su padre era un actor fantástico al que respetaba. “Los grandes actores son los que muestran la vulnerabilidad del ser humano, y eso es lo que él hace”, añadió. Un buen resumen para poner broche final a una relación que aún está por ver cómo terminará.
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