La CIA tiene en el punto de mira a una comunidad cada vez más influyente que habla español y cuenta con más de cincuenta millones de personas en Estados Unidos, pero cuya pujanza no se refleja en sus filas, especialmente en los peldaños más altos del escalafón.
"Hay muy pocas caras latinas", confiesa a Efe Estephanie, una hispana de origen ecuatoriano que trabaja como abogada para la CIA, en una hermética sala de reuniones del recóndito cuartel general de la Agencia en Langley (Virginia), a las afueras de Washington.
En 2015, un estudio interno hizo saltar las alarmas en la CIA: las minorías engrosaban menos del 24 por ciento de su plantilla y, únicamente, el 10,8 por ciento de su liderazgo (un 2,5 por ciento, en el caso de los hispanos), copados ambos por blancos.
El entonces director de la CIA, John Brennan, lamentó esas cifras y, como "hijo de un inmigrante" irlandés humilde, abogó por una Agencia "capaz de optimizar la diversidad", a fin de facilitar misiones secretas en países donde las minorías pasan desapercibidas.
Dos años después del estudio, algunos jóvenes hispanos como la analista Teresa, de procedencia cubana, se precian de haber ingresado en la CIA: "Mucha gente -comenta a Efe- no conoce la gama de empleos (que ofrece la Agencia). No tienes que ser James Bond".
Teresa integra el Consejo Asesor Hispano de la CIA (HAC), que defiende las aspiraciones de los empleados latinos dentro del servicio de espionaje, y fuera promueve lazos con grupos hispanos para impulsar el reclutamiento de nuevos valores.
Preside el HAC el puertorriqueño Rick, del departamento de recursos humanos de la institución, quien organiza talleres para "conectar con la comunidad hispana", aunque admite que "lleva tiempo que la gente vea la CIA como una opción de empleo".
Lejos de los despachos, a pie de calle en los destinos más insospechados del planeta, ha desarrollado su carrera como agente secreto el espía Mario, de origen mexicano: "No puedo hablar de mi trabajo en el extranjero", advierte a Efe con tono enigmático.
En opinión del agente Mario, ciertos "estereotipos" disuaden a los latinos de ingresar en la CIA, como la idea preconcebida de que la Agencia actúa como un "cuerpo policial" en EE.UU., actividad que, de hecho, tiene prohibida por ley, ya que sólo opera en el exterior.
Tal confusión desalienta en particular a candidatos con familiares indocumentados en Estados Unidos, donde viven en la sombra unos once millones de inmigrantes sin papeles, la gran mayoría oriundos de Latinoamérica.
"Mis padres vinieron aquí de forma ilegal. Daba miedo", reconoce con sinceridad la analista Nadia, de origen salvadoreño.
"No somos un cuerpo policial. No deportamos familias", apostilla una portavoz de la Oficina de Asuntos Públicos de la Agencia (OPA), al agregar que los examinadores sólo evalúan si el candidato al puesto de trabajo supone una "amenaza para la seguridad nacional".
Esa evaluación conlleva el uso de detectores de mentiras como el polígrafo: "Lo tienes que revelar todo", asegura el agente Mario, para quien trabajar en la CIA implica ser muy "discreto" dado que, en el caso de un espía, "la vida de personas está en tus manos".
"Hacemos sacrificios", declara ante al monumento de la CIA dedicado a sus agentes caídos en acto de servicio: una pared con 125 estrellas doradas (una por cada muerto) esculpidas en mármol blanco de Alabama en la sede de Langley.
Pese a la histórica carencia de latinos en las filas de la CIA, algunos agentes hispanos han inspirado a las nuevas generaciones, como el ya retirado Tony Méndez, hijo de padre mexicano y famoso por su papel en la "crisis de los rehenes de Irán" (1979-1981).
Méndez intervino en el rescate de seis diplomáticos de Estados Unidos durante los primeros meses de la crisis, un suceso inmortalizado en el filme "Argo" (2012), ganador de un Óscar de Hollywood y en el que Ben Affleck encarna al intrépido espía latino.
También ha calado hondo en muchos empleados hispanos de la CIA el legado de Carmen Middleton, ya retirada también y de origen mexicano, quien ejerció como subdirectora ejecutiva y fue durante años la cuarta persona más poderosa del servicio de espionaje.
"Ella (Middleton) fue muy inspiradora. Me cambió la vida", subraya Estephanie, cuyos comentarios coinciden con la celebración en EE.UU. del Mes de la Herencia Hispana, que la Agencia Central de Inteligencia desea aprovechar para captar talento latino.
Según la citada portavoz de la OPA, los aspirantes a entrar en la ultrasecreta CIA deben responder al perfil de una "persona especial y (...) muy patriótica", dispuesta a un "juramento de por vida" y, sobre todo, capaz de "hacer toda su carrera en silencio".
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