La Catedral de Santo Domingo, un tesoro colonial colmado de historias

Santo DomingoLa Catedral Metropolitana Santa María de la Encarnación, la primera de América, ubicada en la más antigua colonia española del Nuevo Mundo, conserva una serie de tesoros que la convierten en un monumento único, con peculiares características que causan admiración en foros internacionales.
A juicio del arquitecto Esteban Prieto Vicioso, especialista en conservación de monumentos y director de la Oficina de la Obra y del Museo de la Catedral, el templo es en sí mismo un tesoro del patrimonio dominicano, “por ser la primada”, la única gótica que hay en América.
Y argumenta: “Pero no es solo por su estilo. Es también por el método constructivo, por esas nervaduras que están en las bóvedas, que están trabajando estructuralmente”.
Entusiasta, él resalta, entre las peculiaridades arquitectónicas del monumento, la escalera en forma de espiral, “ese sello” del arquitecto renacentista segoviano Rodrigo Gil de Hontañón, quien “tuvo que ver con la construcción de la Catedral”.
Explica que la Catedral tiene un muro de arriostramiento que une todas las columnas. “Eso... cuando lo hemos presentado en congresos en España se han quedado sorprendidos de que aquí en Santo Domingo tuviésemos algo así, de que se hiciera así en 1520, cuando empieza su construcción”.

También se encuentran en la Catedral el mausoleo del arzobispo Fernando Arturo de Meriño, la lápida de Diego Caballero y de otros personajes.

Restos y piezas importantes
La imponente edificación guarda piezas de gran calidad y valor histórico, conservadas en el Museo de la Catedral, el cual no está operando por falta de fondos. No obstante, Prieto Vicioso expresa que las piezas más importantes han sido expuestas más en el exterior que en el país, porque han sido pedidas en préstamos, para que formen parte de muestras itinerantes realizadas en México, Los Ángeles, Alicante, Madrid y Barcelona.
“Es lamentable que no haya en el país condiciones de seguridad para mostrar esas piezas a dominicanos y extranjeros”, dice.
Entre los añejos y gruesos muros catedralicios descansan los restos de personajes notables de la antigua colonia como Rodrigo de Bastidas, el gran cronista de Indias Gonzalo Fernández de Oviedo, Alejandro Geraldino, el primer obispo residente en Santo Domingo, y Alonso de Fuenmayor, el primer arzobispo primado.
Durante siglos reposaron allí los huesos del almirante Cristóbal Colón, descubridor de América, trasladados posteriormente al Faro a Colón.
Por mucho tiempo se presumió que se hallaban en el lugar los restos de doña María de Toledo, esposa de Diego Colón, quien habría sido sepultada allí a petición suya, en hábitos de monja francisca, pero esa creencia se soslayó, ya que las osamentas estudiadas pertenecían a una mujer joven.
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