Menguzzato plantea que una llamada de atención de los agentes a chavales de 12 o 13 años también "puede servir", además de controlar quién vende el alcohol e intensificar su labor de mediación con asociaciones de vecinos, con los establecimientos que incumplen la normativa y con quien compra la bebida. "Podemos hacer un trabajo más transformador y que no sea solo plantarnos a vigilar en una plaza", indica y apunta que la nueva ordenanza busca que "los agentes tengan más herramientas para reconducir determinadas situaciones, más allá de la denuncia".
La ordenanza tratará de "dar respuesta a la realidad de una ciudad del siglo XXI" e incluirá también un apartado de turismo, explica la edil, quien reconoce que "denunciar a un turista que no viva en la Comunitat Valenciana no sirve de nada, no vas a cobrar nunca la denuncia y, aunque el requerimiento del agente está bien, hay que ser más ingenioso y buscar alternativas".
Por ello, ve una "buena idea" que, cuando un turista tenga una conducta inapropiada, el Ayuntamiento de Valencia le envíe una carta al consistorio de la ciudad de origen del visitante "para decirle cómo se comportan sus vecinos cuando están de vacaciones". No obstante, admite que muchas veces los turistas que los visitan desconocen las normas de la ciudad y, por ello, también se plantean "ser amables e informarles sobre las cuestiones a las que se puede enfrentar", sea la prohibición de bañarse en la fuentes o las zonas donde puede haber más carteristas.
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