Los teatros de Ópera apuestan por coproducciones para compartir gastos y proyectos

Por: Ángela Gonzalo del Mora

Madama Butterfly ha salido este fin de semana a la calle. El director musical Marco Armiliato, la soprano Ermonerla Jaho y el tenor Jorge de León, actuaban en el interior del Teatro Real de Madrid, pero los podían ver en directo en calles, plazas, museos y playas de toda España. Unas 120.000 personas disfrutaron en 250 puntos de España del montaje de Mario Gas. También en el extranjero, a través de las redes sociales. En la Plaza de Oriente de la capital madrileña, unas 2.500 personas aplaudían al elenco de la representación.... y obligaron a los protagonistas a salir al balcón, desde donde la soprano Jaho ofreció un bis de "Un bel dì vedremo", una de las arias más conocidas de esta obra. "Hemos puesto todo el alma para que saliera un espectáculo redondo", decía el director italiano.

La ópera, una de las aportaciones más auténticas de la cultura europea, se reinventa cada cierto tiempo, para atraer a más público. Uno de esos templos de la lírica internacional es el Teatro Real de MadridCumplirá el año que viene 200 años, convertido en una de las instituciones culturales españolas con más historia, y más importantes del país, que ha acogido en su escenario a los mejores artistas líricos y escénicos de cada momento.  Aunque hay que decir que en esos dos siglos, estuvo más de 70 años cerrado. Se volvió a reabrir en 1997. Una efeméride que cumple ahora 20 años.


"Es un fenómeno magnífico y creo que el futuro de la ópera es hacer bien esa apertura de lo tradicional al mundo moderno y al mundo digital", dice Gregorio Marañón, presidente del Teatro Real, para quién las coproducciones, la irrupción de internet y la necesidad de buscar público en las nuevas generaciones son algunos de sus objetivos a corto plazo.  El director musical Marco Armiliato, cree que la ópera es un fenómeno cultural completo porque tiene música, voz y dramaturgia. "Es un espectáculo fantástico, lleno de emociones".
Uno de los grandes innovadores de este género fue el belga Gerard Mortier, que desde mediados de los 70 apostó por el repertorio contemporáneo, incluyendo otras disciplinas artísticas como el videoarte, el cine o el pop. Además abrió de par en par las puertas del teatro para atraer a los más jóvenes. Marañón destaca que " Mortier replanteó un género que se había quedado anclado en el pasado, y estancado en un repertorio de voces y música, recuperando la dramaturgia. A partir de entonces el efecto teatral ya no era escuchar unas bellísimas árias, sino que el sentimiento que expresaban se convertía en teatro".
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