Cineasta de pies a cabeza

Por: Carmen Guzmán

El cine nacional tiene mucho que agradecerle a Ángel Haché. Él dedicó su vida al arte, su amor por la actuación fue desde muy temprana edad. Fue quien concibió la idea de crear Casa de Teatro, en busca de un espacio profesional para que los dominicanos disfrutaran el arte.
Luego de vivir varios años en España, estudiando y comprobando cómo las personas acudían a deleitarse con las obras que eran llevadas a escena decidió realizar este proyecto.
Calificarlo como un artista visual es poco. Para él, el arte era todo. Como cineasta, actor, escritor, pintor y maestro, demostró que cuando se tiene pasión, es necesario dedicar la vida a lo que se ama.
Su partida, considerada por muchos de sus amigos y colegas como una muerte a destiempo, dejó un vacío en el cine dominicano.
Algunos directores y actores que trabajaron con él en diferentes filmes, lo consideran un actor responsable, disciplinado y profesional.
Carlota Carretero, que trabajó junto a él en “La maldición del Padre Cardona”, lo califica como una persona dedicada y metódica, que profundizaba en el estudio de sus personajes: “Sus interpretaciones fueron memorables y muy particulares. Era un excelente compañero de escena. Daba mucha seguridad porque no perdía sus objetivos ni su concentración. Como todo actor era un poco bipolar, defendía con pasión sus puntos de vista, pero no era pretencioso ni pedante”.
El director del largometraje “Biodegradable”, Juan Basanta lo rememora como un ser humano amable, coherente e inolvidable amigo, con quien trabajar era algo más que estar en escena juntos, era aprender un poco de actuación porque poseía valores que solo una persona como él puede transmitir.
“Trabajar con él era como ver a un maestro pintar, no porque fuera también artista plástico, es porque  se convertía en un lienzo humano y desde adentro dibujaba un personaje sobre sí mismo. Tanto lo lograba  que algunas veces buscamos a Ángel, y él nunca estaba en el  set de filmación, ahí solo había llegado su personaje. Era otro ser. Todo lo que hizo fue a fondo y muy bien siempre”, concluye Basanta.
Uno de los primeros directores que trabajó a su lado fue Agliberto Meléndez. Para él, Ángel era un ser excepcional, desinteresado y uno de los mejores colaboradores: “Tuve la suerte de dirigirlo en ‘Un pasaje de ida’, donde hace una de sus mejores participaciones; no solo era un actor, era colaborador, era aliado en todos los sentidos, y a cambio de nada. No interponía lo material en su trabajo. Su deseo era lograr construir cosas, no solo para él, sino para el cine, la comunidad y el país”.
Al igual que ellos, el cineasta Pericles Mejía, considera que a pesar de Ángel haber sido artista plástico y maestro, el cine definitivamente era el ingrediente principal de su trabajo.
Desde el pasado jueves 24 de junio están siendo exhibidos en el Salón principal de la Galería Nacional de Bellas Artes, los trabajos realizados por Ángel Haché en sus diferentes facetas.
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