Detalles de una elección que se repite desde hace 2.000 años
Por: Gremaud Angee
Entre el momento en que un Papa muere, o renuncia, y el momento en que inicia el proceso para elegir al nuevo, la expectativa crea entre cardenales, los medios y el pueblo católico en general, una especie de ansiedad que sólo será calmada con la elección del sucesor de Pedro.
Al morir Pedro, según la tradición cristina, en una cruz y boca abajo para evitar morir de la misma manera que su maestro Jesús, pues no se sentía digno, sus desgastadas sandalias seguramente quedaron olvidadas en algún rincón; las redes con las que pescaba quedaron esperando que su dueño las dirigiera nuevamente al lago de Genesaret, como hizo tantas veces, y seguramente su esposa y suegra tuvieron que sufrir los duros tiempos de persecución cristiana.
2.000 años después las cosas han variado radicalmente. El sucesor 265 de Pedro ha renunciado, nadie puede asegurar que esa renuncia no sea una cruz en sí misma para quien parte. Sus zapatos rojos no serán usados más por Benedicto XVI, el anillo será destruido al igual que el sello pontificio, para que el nuevo papa sea quien dirija la barca de la Iglesia. No deja esposa, vivirá temporalmente en Castel Gandolfo, en la soledad de una propiedad del siglo XVII, rodeado de sus más ilustres amigos, los libros.
Según las constituciones vigentes de la Iglesia, al morir o renunciar el papa, un cardenal llamado “Camarlengo,” en este caso es Tarcisio Bertone, se convierte en el administrador de los bienes temporales de la Iglesia. No es líder espiritual, pues la silla de Pedro está “vacante” o “vacía”, como se le denomina a este tiempo en que no hay papa. El camarlengo es el encargado de romper el anillo y el sello papal y de clausurar las habitaciones pontificias.
A partir de ese momento, los cardenales de todo el mundo son convocados a Roma. Todos los cardenales reunidos conforman la ‘Congregación General”, ellos llevan la Iglesia mientras se elige a una papa, pero no podrán hacer ningún cambio en la iglesia, no podrán cambiar ordenes que otros papas hayan tomado y su poder unido jamás será igual o superior al del papa.
Pero una primera regla aparece, todos están llamados a acudir a Roma, pero sólo los menores de 80 años al momento de declarase la sede vacante, estarán obligados a hacerlo, pues sólo ellos son electores; para 2013 los electores que se esperaban y llegaron a Roma son 115. Paulo VI puso esta norma aludiendo que no se puede agregar al peso de los años el peso de un pontificado.
A medida que fueron llegando los cardenales de todo el mundo se fueron uniendo a la congregación general. Debían unirse al grupo haciendo un juramento sobre el secreto que guardarían acerca de las reuniones “preparatorias” al cónclave; decidieron la fecha para comenzar el cónclave, que no debía ser superior a veinte días de la declaración de la “silla vacante”. Durante las reuniones anteriores al cónclave los cardenales tenían que abordar temas como el de la situación del mundo y el de la Iglesia en el mundo, esto los llevaría a pensar en qué tipo de papa elegir, o necesitaban elegir. También la ropa está descrita por las constituciones, deben usar la sotana negra con la cinta roja (recuerdo de los mártires), la cruz en el pecho y su pequeño solideo o sombrerito rojo.
El camarlengo, mientras tanto, es quien preside la “Congregación Particular” con otros tres cardenales que son escogidos por sorteos cada tres días, sus funciones son las cuestiones de menor entidad que se van presentando durante el cónclave. Ellos fueron los encargados de preparar la casa Santa Martha que es donde duermen los cardenales, apenas construida en 1997. Durante muchos años los cardenales dormían en cuartos improvisados dentro de la capilla Sixtina y no salían hasta que no tuviesen un papa. Cuentan que en el siglo XIII se demoraron tanto los cardenales eligiendo al papa que los encerraron a pan y agua únicamente hasta que vinieran con un nombre, así lo hicieron, eligieron a Gregorio X.
Para elegir un papa los únicos votantes son los cardenales, pero para ser elegido papa la norma es que sea un hombre bautizado; ciertamente desde más de 700 años el papa ha sido cardenal. Por eso estas reuniones ayudan a que los cardenales se conozcan, la mayoría de los cardenales viven inmersos en sus responsabilidades fuera del Vaticano, solo un pequeño y poderoso grupo llamado la curia permanece en Roma. Está prohibido hacer “lobby”, o influir las decisiones de otros.
Por estos días los cardenales están ponderando la edad, las fuerzas, la inteligencia, las tendencias sociales, los lenguajes, las relaciones y los posibles escándalos en que sus hermanos cardenales han estado involucrados. El “google” les ayudará a unos cuantos de ellos a ver perfiles, pero además las redes de consejeros harán que la decisión no sea sencilla.
Pero a estos requerimientos no se llegó por coincidencia o caprichos. El papado ha variado con los siglos, y de los pescadores de Galilea se pasó a los intelectuales padres de la iglesia que quisieron diferenciar las enseñanzas de la naciente fe de las otras religiones circundantes. Después del siglo cuarto, la religión cristiana adquirió un contexto imperial, fue en la edad media que el papa adquirió un poder inimaginable y entonces los reyes ahora entraban en tensión con Roma; tanto eran las influencias de monarquías extranjeras, que aún en el siglo XX varios países podían vetar a un candidato y no dejarlo ser papa. Con el tiempo la jerarquía de la Iglesia fue tratando de aislar a este grupo para que no se dejara influenciar por los poderes externos y dejara al Espíritu Santo hacer bien su trabajo.
Ciertamente no es aconsejable juzgar la historia desde el presente, pero desde la elección de Pedro a nuestra época, la ansiedad pudo ser la misma, sin embargo las formas han cambiado como la humanidad misma y sus circunstancias.
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